miércoles, 30 de noviembre de 2011

Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron

En aquel tiempo, paseando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:

- «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron.
Y, pasando


 adelante, vio


 a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y le siguieron.
Mateo 4, 18-22

 Al leer el evangelio de hoy, nos podemos hacer una pregunta:  ¿Dónde descubro en mi vida a Jesús?
Jesús está ahí.  Pasa por nuestras vidas. Por mis estudios, mi trabajo, mis sentimientos, mis proyectos...
Jesús va paseando y pasa por mi vida y me llama. Toma la iniciativa, se fija en mi.
El nos mira y ve más allá de lo que somos, ve en nosotros aquello a lo que estamos llamados a ser.
¿Qué proyecto tiene pensando Jesús para mi? ¿A qué me invita? ¿Qué es lo que tengo que dejar en mi vida?
Jesús nos está invitando a una vida con sentido. A vivir desde ese amor gratuito que derrama en cada uno. A vivir la vida desde la gratuidad. Mi vida es un regalo. ¿Qué hago con ella?
Pero nos cuesta salir de las rutinas, de las pequeñas seguridades a las que estamos acostumbrados.
Jesús me invita a vivir una aventura. A seguir sus caminos. Esto supone dejar cosas, por algo mejor, por algo que llena la vida de plenitud.
El nos ofrece una seguridad. Seguirle a él es encontrar más de lo que dejamos. ¿Me lo creo?
Gracias, Señor, por llamarme.
Por asegurarme que soy capaz de más y mejor.
Por querer pasar tu tiempo conmigo.
Por emplear tu paciencia para hacerme crecer.
Protege mi corazón que te quiere responder "Si".
Fortalece mis pasos que te quieren seguir.

martes, 29 de noviembre de 2011

Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos.




Lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús:

“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”.

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”.

Lucas 10, 21-24

La palabra de hoy nos puede parecer contradictoria con la mirada que nosotros tenemos.  Nos fijamos en el que tiene, nuestro corazón desea tener más, ser más y  muchas veces a costa de los otros.
¿Cuántas veces hablamos mal de otro, para que nos valoren ? ¿se puede vivir valorando lo bueno que tiene cada uno?
La palabra nos invita a fijar nuestra mirada en lo pequeño, en lo sencillo, y en esa realidad descubrir   la presencia de Dios que lo llena de plenitud, de gozo, de alegría.
Estamos en camino hacia la Navidad. En ese tiempo acogemos a Jesús que nace, de manera sencilla, humilde. Nosotros nos alegramos de ello y lo celebramos.
Pero lo que más nos tenia que alegrar es que nace en un lugar insospechado; en ese niño frágil que nace está la plenitud de Dios.
Dios a través de este niño decide estar con nosotros de manera sencilla en un pobre niño.
Pero este Dios que se manifiesta así nos permite tocarlo, escucharlo , amarlo en todas esas relidaddes, pobres, sencillas de nuestro mumdo.

El Espíritu Santo se derrama sobre el corazón de los humiles y nos permite gustar la sabiduraia que contiene su mensaje. La palabra va destinada a todos, pero la comprenden los que la aman. Los pequeños, sencillos, pobres son privilegiados en el conocimiento  y verdad de la palabra revelada.  Tú¿ gustas hoy la bendición  que da Jesús? ¿Está bendición puede ser acogida por tu corazón?



Me agrada tu rostro, Dios y Señor.
Cuando miro a Jesús de Nazaret
es a ti a quien veo.
Cuando estucho sus palabras,
es a ti a quien escucho.
Eres un Dios que ya no se esconde.
En Jesús, tú nos muestras
todo lo qu eres.
Sin secretos, sin disfraces.
Ayúdame también a estar contigo
sin secretos y sin disfraces.

lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Cómo puedo todavía decirte que no?

Lunes, 28 de noviembre.

EVANGELIO: Mateo 8, 5-11


En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
- «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».

Jesús le contestó:

- «Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó:

- «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:

- «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».
- El encuentro en Cafarnaún con el centurión tiene su centro precisamente en la manifestación de su fe y en el gran elogio proclamado por Jesús. Es paradójica la identidad del que reclama la ayuda de Jesús: se trata nada menos que de una persona impura, puesto que es un pagano, un soldado representante del poder responsable de la ocupación de la tierra de Israel.
- Y, sin embargo, explicita su propia fe convencida, concreta, acompañada por un profundo sentido de su propia indignidad siendo consciente de no poder presentar ninguna excusa  Reconoce la elección de Israel, pero en su fe auténtica sabe que el poder de la Palabra de Dios, manifestado en Jesús, no tiene fronteras.
¡Qué sorpresa! El presente de Dios para nosotros, su presencia en medio de nosotros, no depende de razonamientos, categorías, requisitos previos.
Dios toma la iniciativa. Dios se ofrece a todos, se deja encontrar en todos los lugares, en todas las circunstancias.
Dios se hace presente en todos, sin distinción de razas., de poder, de ser más.  A Dios no le importa si tienes más dinero no. ; si tienes más cualidades o más defectos, no le importa el bien o el mal que hiciste.
En tu vida de cada día, Dios se va a encontrar contigo. Y va a hacer una fiesta.

TÚ PUEDES SER LLAMADO
El centurión simboliza a la gentilidad y desvela la nobleza que encierra en el corazón del ser humano, al mostrar por un lado, su preocupación pro su siervo enfermo y, por otro, la libertad de interceder con humildad ante Jesús, acotando las distancias que podía haber ente romanos y judíos, en razón del amor o de la fe. ¿Te sientes miembro del nuevo Pueblo de Dios?
¿estás dispuesto a dejar que Dios se haga presente en tu vida?
He caminado muy lejos de ti.
Incluso llegué a dudar de tu existencia.
Me olvidé de que me amas siempre.
Viví como si tu no me importarás.
Y sin embargo, tú quieres acompañarme.
Trae a mi vida alegría y esperanza.
Haz de mi vida una fiesta.
Si insiste tanto, señor...
¿cómo puedo todavía decirte que no?

domingo, 27 de noviembre de 2011

¡Vigilad!


Buenas a todos.

Comenzamos el tiempo de adviento.  Puede ser un tiempo como los demás o por el contrario una oportunidad para entrar dentro de nosotros y descubrir como caminar por ls vida descubriendo las novedades que cada día se nos regalan.

El primer domingo de adviento nos invita a vigilar.  Este es el grito que Jesús no dice en el evangelio: ¡Vigilad!.
El adviento es tiempo de sorpresa como lo puede ser nuestra vida. pero para ello hay que estar con una actitud distinta, hay que tener los ojos abiertos.  Si no estamos vigilantes las sorpresas pasarán a nuestro lado  y nuestra vida no mejorará.
Dios va a aparecer en nuestras vidas y tiene algo ue decirnos. Cuando menos nos lo esperemos. El aparecerá de una forma que no nos lo imaginamos. Por eso estar vigilante.

En cualquier momento cabe sentir la presencia del que lo llena todo. El secreto para percibir su cercanía lo indica la palabra:permanecer atentos, despiertos, sensibles, conscientes. ¿Estoy dispuesto a recibir a quien puede llamar a mi puerta?





Mantenme atento, Señor.
Si mis ojos comienzan a
cerrarse, despiertame.
Si me distraigo, llámame la atención.
Este adviento es el tiempo
en que quiero acoger,
con el corazón y con la vida,
la sorpresa que me tienes preparada.
La sorpresa  que eres Tú.
hecha presente en al vida.

martes, 15 de noviembre de 2011



Lucas (19,1-10):

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»

Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»



Hoy el texto me invita a contemplar a cada uno de los personajes y ver lo que acontece y lo que se dice de ellos.

En primer lugar Zaqueo.  Persona inquieta, que busca y que hace todo lo posible para ver a Jesús. Lo que ha oído de Jesús le cuestiona y quiere saber de verdad quien es él. 

¿Sé quien es Jesús? ¿Qué descubro en las personas que me hablen de él? ¿Merece la pena seguirle?

El encuentro con Jesús le transforma. Deja de pensar en sí mismo para pensar en los demás. De acumular riqueza a dar todo a los pobres. Deja ciertos comportamientos para adquirí unos nuevos.

¿Qué es lo que Jesús me pide que cambie en mi vida?

 


En segundo Lugar Jesús. Va de un lugar a otro. Pone la mirada en Zaqueo. Descubre que en Zaqueo algo está pasando y se acerca a él, va  a su casa, entra en su corazón.

¿Qué dejo que me toque el corazón? ¿Qué es lo que me moviliza en la vida?



El último lugar tenemos a los observadores, a la gente: Sólo murmuran. Desconfían. No está abiertos a la novedad, al cambio, a que algo muevo pueda acontecer.

Jesús abre nuestro corazón para que sepamos acoger la novedad que tú nos traes cada día.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Lucas (18, 35-43):


En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.


Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»

Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»

Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»

Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»

Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»

En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.



Al leer el evangelio  de hoy, me surgen varios interrogantes que me hacen plantearme varias cosas en mi vida.

1)     ¿Qué es lo que pasa a mí alrededor? ¿cómo veo la realidad?

2)   ¿Cuáles son mis cegueras? ¿qué me impide ver el camino, o mejor dicho como al ciego, sentir el camino de vida?

3)    Jesús pasa por mi vida todos los días. Se hace el encontradizo y yo muchas veces no le descubro o vivo simplemente sin necesidad de él.

¿Necesito gritar a Jesús? ¿De qué necesito que me salve, me liberé?



Jesús se dirige a mí al igual que si dirige a todos y nos pregunta: ¿qué quieres que haga por ti?

Sólo puedo exclamar  ¡Qué vea otra vez! 

Cuando vivo sin darse cuenta de lo que pasa, sin percibir las necesidades que tienen lo demás; mirándome solo a mi mismo necesito que Jesús me haga vez de nuevo.

La palabra me invita a abrir los ojos, a percibir la realidad con una mirada nueva como les decía a los chicos de clase.  Ver el lado positivo de la cosas, de las personas…



¡Haz, señor que vuelva a ver de nuevo!

domingo, 13 de noviembre de 2011

EN AGUA DE BORRAJAS



Mateo (25,14-30):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."»

Me gustaría dejar como comentario al evangelio, desde el punto de la vida el siguiente texto que hoy, caía por casualidades de la vida en mis manos:



EN AGUA DE BORRAJAS
Dice una famosa canción ranchera que la vida es una ruleta en que apostamos todos. Lo que es una sutil manera de reconocer que no hay nada que hacer, que tenemos que darnos por vencidos y declinar toda responsabilidad.  Pero la vida, contrariamente a la canción, no es una ruleta, no es azar, sino decisión, responsabilidad.


Sin embargo, también en la vida  hay que apostar, mejor dicho, hay que arriesgar. Lo cual solo es posible si nos liberamos de pasado, nos desenredamos de las trampas del presente y continuamos con ilusión y esperanza el camino hacia delante.

El conservador, el queda por  supuesto que lo mejor  es siempre lo que tenemos, evitar cualquier riesgo, convencido de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Es la misma actitud de todos los fundamentalistas, los integristas, los radicales, los tradicionalistas que siempre miran el futuro con miedo, con amenaza del presente y no como apertura, claridad, ilusión, vocación.

Los racionalismos, en la medida que son una vueltas a las andadas, es decir, al pasado, en vez de una vuelta a los orígenes, son la tentación de todas las estructuras de autoridad incluidas las eclesiásticas.  Las ilusiones que despiertan las promesas que inundan las campañas electorales como las que en su día levantó el anuncio y la celebración del Concilio Vaticano II, dejan paso a la decepción y angustia de los que ven cómo todo va quedando, poco a poco, en agua de borrajas.

Lo malo es que las frustraciones que sentimos  y vamos acumulado a lo largo de los años, al comprobar cómo se truncan las ilusiones y se erosiona la esperanza, acaban por empujarnos al triunfo más fácil, como es encaramarnos en el carro  de los triunfadores en lo que sea. Resulta  sintomático con que multitudinaria alegría se celebran los triunfos de fútbol, de tenis, de las motos, de lo que sea. Nos apropiamos del triunfo de los triunfadores, tal vez, para no cargar con el esfuerzo de hacer frente a nuestras propias metas, es más fácil indignarse que trabajar para erradicar la causa de la indignación.

                                                                           Luis Betés Palomo

 

El evangelio nos habla de los talentos que nuestro Padre ha puesto en nuestra vida. ¿Qué hago con ellos? ¿No estaremos enterándoles más de lo que pensamos? ¿Qué es lo que yo arriesgo en mi vida?

lunes, 7 de noviembre de 2011

No escandalizar



Lucas (17,1-6):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»

Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»


El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar."
Y os obedecería.»


Al leer el texto del evangelio de hoy, dejo que en mi corazón resuene una pregunta: ¿tú escandalizas?

Tu manera de actuar, de hablar, de acercarte a los otros ¿escandaliza?

Sólo ante esta pregunta me toca ponerme  en actitud  humilde y reconocer que hay cosas, actitudes, comportamientos que tiene que cambiar;  pero que necesito que él se haga presente y poco a poco vaya cambiando mi corazón.  La fe me hace confiar y esperar.



La otra parte de texto también me resulta sugerente. ¿Cuándo perdono? Aquellos que reconocen su error, que se han confundido, que siente que han hecho dado. No me cuesta. El reconocimiento lleva ya el perdón en sí. Lleva una actitud de querer comenzar de nuevo. Un deseo de que no se repita.

¿Qué hacer cuando no hay una actitud humilde? ¿qué hacer cuando no existe ese reconocimiento?  Ayúdame a comprender y a saber perdonar .


domingo, 6 de noviembre de 2011

De una vida al momento a una vida preparada



Mateo (25,1-13):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

 

De una vida vivida al momento a una vida cuidada, preparada para lo que pueda ocurrir. Algunos podremos pensar ¿para que perder tiempo en algo que no merece la pena o no sabemos si va a ocurrir o no?



La parábola de hoy nos enseña lo siguiente:



1) La pertenencia al reinado de Dios no se da por si misma,  presupone la actitud decidida. Las vírgenes se preparan de manera activa para la venida del novio, actúan con sabiduría, con prudente previsión y coherencia. El reinado de Dios se gana con la sabiduría y se pierde con la necedad.  ¿Cómo me voy preparando día a día? ¿Qué es lo que tengo que cuidar en mi vida para estar preparado? Lo  importante es saber para que estar preparado.



2) Las diez vírgenes comienzan iguales, en las mismas condiciones, pero luego cinco le toman ventaja a las otras cinco. Según Jesús, personas iguales al inicio, con situaciones en común, pueden llegar al final de manera distinta, según su obrar. ¿Cómo me siento cuando me percibo distinto?


3) El ritmo de la vida corre normal, el tiempo pasa y caemos en la rutina. Jesús enseña a vivir con intensidad cada día, no debemos esperar hasta el fin, debemos estar siempre preparados. En nuestra mente y en nuestro corazón debe estar presente el Señor y su voluntad; llamados a vivir la vida como una "entrada" en el reino.

¿Qué valores reflejan que Jesús en mi mayor preocupación? ¿Estoy dispuesto a creear un mundo mejor?



4) Sólo si estamos preparados podemos entrar en el Reino de los cielos, en el señorío pleno de Dios y ser acogidos en la comunión definitiva con él. Quien no está preparado se encuentra con una puerta cerrada, debido a su actitud irresponsable.



5) El futuro se gana en el presente. Tomemos en serio el tiempo presente. El cielo comienza en la tierra.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Un camino de encuentro

Lucas (15,1-10):


En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»

Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»

 

El evangelio de hoy nos invita a realizarnos esta pregunta: ¿Cómo es mi mirada a lo distinto, menos que yo, al que tiene menos oportunidades, al que piensa y vive de forma distinta a  la mía?

La mirada que Jesús nos invita a tener es una mirada en movimiento. Mirada que se pone manos a la obra, que se acerca al otro, a lo distinto para que juntos hagamos el camino de vuelta y celebremos el encuentro.

El encuentro no tiene que llevar a la alegría compartida.  No somos seres aislados. Somos personas en relación, y muchas veces con lo distinto y  con lo diferentes.

¿Cómo acercar pareceres? ¿Cómo acercar maneras distintas de vivir?  

El texto me hace pensar y rezar por aquello que esta pasando por momentos difíciles, que no encuentran  como situarse ante la vida y ante los demás y que muchas veces por respecto no me acerco a ellos.

Jesús haz que mi corazón, y sobre todo mi mirada sea de acercarme y de acompañarle a ese encuentro festivo.